martes, 15 de julio de 2014

sociedad fragmentada

En una sociedad fragmentada, Zigmunt Baumann habla de la sociedad líquida, pero eso no significa que no haya más clases sociales, pero sí que no son tan identificables como antes lo eran. Si la movilidad social hace unos 50 años era algo excepcional, hoy por hoy se ha vuelto la norma. La idea de clases sociales en el sentido marxista ya no es tan pertinente para leer la sociedad, lo que no significa que las relaciones de dominación no existan más, lo que no quiere decir que la internalización de los habitus ligados al medio social del que uno viene ya no exista. Pierre Bourdieu ha analizado la violencia simbólica de las relaciones sociales. Ayer, por ejemplo, estábamos en la Universidad de Avellaneda y se evocaban las dificultades que puede encontrar la gente que viene de los medios populares cuando acceden a la Universidad, su relación con el saber, la escritura, con los profesores que representan la cultura legítima. Los complejos de inferioridad y superioridad existen y, en parte, están muy ligadas a problemáticas sociales. La distancia entre ricos y pobres crece cada vez más, entonces no hay que creer que porque las clases sociales ya no son tan fácilmente identificables no es por eso que han desaparecido las relaciones de dominación y la dimensión social y simbólicas que esas relaciones de superiores e inferiores, clases altas y bajas, la gente bien educada y mal educada sigue existiendo. Por eso imaginé la idea de que la lucha de clases fue reemplazada por una lucha por los lugares.

 En un contexto en el que la cultura del alto rendimiento, la excelencia no pasa sólo por la familia, sino por los medios de comunicación, nos arrastra a la idea de que para tener éxito en la vida hay que poder realizarse, desarrollarse como las estrellas, los campeones de fútbol, las personas que tuvieron éxito. Hay una especie de demanda, muy individualista y narcisista, que dice que para ser reconocido hay que ser emprendedor de su propia vida. La idea imperante es que a los que les va bien es porque tienen talento. Por el contrario, a los que les va mal es porque no supieron realizarse, no supieron desarrollar su capital humano. Para la ideología de gestión, con la que se manejan las empresas, el yo de cada individuo se convirtió en una especie de capital que hay que hacer crecer. Eso es una ideología individualista, capitalista, que se va internalizando con la idea de que hay que ser rendidor en la escuela para llegar a los mejores lugares en las empresas de mayor rentabilidad y las mejores posiciones. Esa es la lucha por los lugares y eso es lo que moviliza a los individuos, y lo hace caer en una trampa, que es la igualdad de oportunidades: la idea de que es el talento el determinante esencial de la existencia humana. Ahí hay algo muy interesante para un sociólogo y muy inquietante para un ciudadano, una especie de carrera de cada individuo para tratar de hacerse un lugar en la sociedad y ser reconocido. En las grandes empresas internacionales se ve hasta qué punto es destructiva la lucha por los lugares, la competencia generalizada, la búsqueda insaciable de reconocimiento. Pero nunca habrá satisfacción para ello porque es una ilusión narcisista. Yo trabajé sobre este tema, sobre el sufrimiento en el trabajo, una causa de malestar entre la gente.
  La gente invierte parte de sus ingresos y de su tiempo en nuevas tecnologías que son al mismo tiempo un formidable instrumento de emancipación y de alienación. Me acuerdo siempre del gerente de una empresa que me decía: “Estas nuevas tecnologías son geniales porque soy libre para trabajar 24 horas”. Lo cual es la paradoja más grande que existe. Hoy ya no hay movimientos sociales en términos de grandes manifestaciones que hagan la revolución pero vemos movimientos de estudiantes u otros en los que las redes sociales juegan un papel importante en términos de creatividad, inteligencia colectiva, etc. Allí está lo mejor y lo peor en pero es uno de los elementos que contribuyó a desestructurar a la sociedad en términos de clases para construir una sociedad de los individuos, pero al mismo tiempo una sociedad, móvil, líquida, fragmentada, donde hay toda una parte en la que no se sabe qué es real y qué es virtual. Es una sociedad a la vez real y virtual. Entre el ser del hombre y el de la sociedad aparece esta esfera virtual de comunicación y relación que las tecnologías permiten y que está globalizadahttp://ssociologos.com/2014/01/15/la-neurosis-de-clase-existe-la-igualdad-de-oportunidades-no-existe-imponen-desafios-y-no-estamos-preparados/


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